HERLI
Esta bella muñeca mazahua me recuerda tanto a mi abuela. Sus
colores y su perfume, como el manjar de flores que resguardaban su casa cálida
y antigua. Por sus pasillos correteaba mi infancia y el día de hoy persigo los recuerdos
en los rincones más curiosos en dónde la recuerdo siempre; tan bonita y silenciosa
con sus pasos cortos que me hacían observarla. A pesar de los años siempre
lucia radiante con aretitos de cuentas y blusas de una tela muy fresca. Sus
ojitos lagrimeaban sin motivo y esas gotas rodaban por su piel arrugadita y suave
con olor a hierba fresca. Al pie de la chimenea sostenía la mirada frente a las
ardientes llamas mientras oraba con su rosario color marrón bañado en rosas del
Vaticano y justo a la mitad del ritual
se quedaba dormida. Poco después despertaba y continuaba su letanía y yo le
sonreía. Siempre estuve ahí admirando su presencia y preguntándole tantas cosas
que incluso me falto saber más. Herlinda era su nombre y es una estrella más
que brilla en mi cielo.
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